jueves, 7 de junio de 2012

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Abrir las puertas a Dios y a los demás


Portada del nuevo libro

(Un nuevo libro)


Este libro es continuación de otro ya publicado: Al Hilo de un Pontificado: el gran “sí” de Dios (Eunsa, 2010).



Al hilo de un pontificado (2)


      También este volumen está compuesto de reflexiones breves, como cartas sobre la fe, como ventanas para mirar el horizonte de la vida cristiana en el tiempo que a cada uno Dios nos concede. Por tanto, no estamos ante una antología de textos del Papa ni un tratado sobre la teología de Benedicto XVI.

      Los destinatarios siguen siendo los jóvenes de todas las edades, porque, mucho más que los que son jóvenes sólo en edad (que también se cansan y fatigan, desfallecen y caen), “los que esperan en el Señor renuevan su fuerza, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan” (Is 40, 31).

     En el primer volumen, la expresión el gran ‘sí’ de Dios se inspiraba en un pasaje de sabor paulino, muy querido por Benedicto XVI: San Pablo escribe en la segunda carta a los corintios que Jesucristo fue el sí de Dios a las promesas de la salvación (Cf. 2 Co 1, 19-20).

     Entre otros lugares de su pontificado donde pueden encontrarse referencias a este tema, el Papa decía en Verona (19-X-2006) que a través del testimonio multiforme de los cristianos “debe brotar sobre todo el gran ‘sí’ que en Jesucristo Dios dijo al hombre y a su vida, al amor humano, a nuestra libertad y a nuestra inteligencia; y, por tanto, cómo la fe en el Dios que tiene rostro humano trae la alegría al mundo. En efecto, el cristianismo está abierto a todo lo que hay de justo, verdadero y puro en las culturas y en las civilizaciones; a lo que alegra, consuela y fortalece nuestra existencia”. 



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¿Por qué abrir las puertas a Dios y a los demás?

      Abrir las puertas a Dios y a los demás es, en cambio, el título del presente libro. No se encuentra así, dicho en nuestro lenguaje de hoy, en la Escritura, ni literalmente en la predicación de Benedicto XVI. Pero obviamente es tema que se anuncia ya desde al comienzo de su pontificado:

      “Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana... Queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida” (Homilía en el comienzo del ministerio petrino, 24-IV-2005).

     Abrirse a Dios y abrir también las puertas a los demás es un modo de hablar del amor a Dios y al prójimo, sustancia del mensaje bíblico y centro del cristianismo. “El amor a Dios y al prójimo están realmente unidos: el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí”. Ahora bien, “el amor al prójimo no se reduce a una actitud genérica y abstracta, poco exigente en sí misma, sino que requiere mi compromiso práctico aquí y ahora” (encíclica Deus caritas est, 25-XII-2005, nn. 14 y 15).

     Como tema principal de una sinfonía, el amor a Dios y a los demás resuena continuamente en las enseñanzas del Papa.

     Abrir las puertas a Dios y, en consecuencia, a los demás, para un cristiano implica ayudar a que el mundo se abra a Dios. En su segunda encíclica, Spe salvi (30-XI-2007), sobre la esperanza cristiana, el Papa explica que el Reino de Dios no lo podemos construir con nuestras fuerzas: es un don suyo. De todas formas, nuestro obrar, nuestra acción o nuestro trabajo, no es indiferente a Dios. Y es entonces donde escribe: “Podemos abrirnos nosotros mismos y abrir el mundo para que entre Dios: la verdad, el amor y el bien. Es lo que han hecho los santos que, como ‘colaboradores de Dios’, han contribuido a la salvación del mundo” (n. 35).

     Baste citar otro de los documentos más importantes firmados por el Benedicto XVI, la Exhortación apostólica Verbum Domini (30-IX-2010): “No hay prioridad más grande que esta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante” (n. 2). “Toda auténtica cultura, si quiere ser realmente para el hombre, ha de estar abierta a la transcendencia, en último término, a Dios” (n. 104).

     En definitiva, todo consiste en abrirse, primero, uno mismo a Dios, especialmente si todavía se está lejos de Él. Luego es necesario abrirse siempre de nuevo y cada vez más, porque la vida cristiana no es otra cosa. Y hacerlo sabiendo que Él va por delante con su iniciativa, atrayendo a todas las personas y todas las cosas hacia su amor. Como fruto del abrirse cada uno a Dios, desde dentro de esa apertura se ensancha siempre el corazón hacia los demás, para llenarse con ellos del amor de Dios. Se trata de colaborar –porque es Dios el que sigue haciéndolo– para que también el mundo se abra a su verdadera Vida, y así, viva en su realidad más fecunda. 



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Desde la JMJ de Madrid-2011


      El prólogo del primer libro aludía al lema propuesto por el Papa a los jóvenes para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que tendría lugar en Madrid en 2011: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (Col 2, 7).


      En esta ocasión el prólogo se comienza a escribir el día después de la clausura de la JMJ de 2011. Unos acontecimientos –encuentros y cantos, silencios impresionantes de adoración, e incluso la tormenta que acabó subrayando la serenidad de los congregados en Cuatro Vientos– que debemos conservarlos como María, en la memoria del corazón.

      (...) Fiel al lema propuesto, Benedicto XVI les habló de echar raíces en la amistad con Cristo y entre ellos; de edificar su vida sobre roca, abriéndose a la universalidad de la Iglesia; de desplegar sus alas para experimentar la libertad, ejerciendo la responsabilidad en la preocupación por las necesidades materiales y espirituales de los otros.

      “Una estupenda manifestación de fe para España y para el mundo”. Así calificó el encuentro de Madrid el Papa, haciendo su propio balance el miércoles siguiente. “Para la multitud de jóvenes provenientes de todos los ángulos de la tierra, ha sido una ocasión especial para reflexionar, dialogar, intercambiarse experiencias positivas y, sobre todo, rezar juntos y renovar el compromiso de radicar la propia vida en Cristo, Amigo fiel”. Por eso, concluía, “estoy seguro de que han vuelto con el propósito firme de ser levadura en la masa, llevando la esperanza que nace de la fe” (Audiencia general, 24-VIII-2011).

      En efecto, el día después de la JMJ-Madrid-2011 se abría una etapa nueva que va, desde el corazón de cada uno y de la Iglesia, hacia Dios y hacia los demás.


Del prólogo del libro de R. Pellitero, 
"Abrir las puertas a Dios y a los demás. Al hilo de un pontificado (2)", 
ed. Eunsa, Pamplona 2012 




CONTENIDO



Prólogo
Contar con Dios: el verdadero realismo
Empezar de nuevo con Dios
Al Dios desconocido
Dios está donde se sufre
Reconciliación y nostalgia de Dios
Verdad y adoración
Entre la pesadilla y la ternura. Diálogos sobre Dios
Dios en la plaza pública
Exclusión social, exclusión de Dios
La libertad religiosa, derecho fundamental

Dios sigue viniendo (Adviento y Navidad)
Adviento: puerta de la esperanza
Despertad: Dios sigue llegando
Navidad: el corazón del mundo
El poder del resucitado hecho Niño
Navidad: dejar que se hagan realidad los sueños
Luz de las gentes, familia de Dio
La estrella que aún resplandece

Vivir como proyecto (Cuaresma y Pascua)
La zarza ardiente: el misterio del encuentro (cuaresma)
Mensajes vivos (cuaresma)
Abolir esclavitudes (cuaresma)
Abrirse y abrir el mundo a Dios (pascua)
Vivir como proyecto (pascua)
Dos ciudades (pascua)

Fe, Amor, Esperanza
Sentido de la vida y propuesta cristiana
La fe, camino de belleza
Un torrente de luz y fuerza
La caridad mueve a la justicia
Grandeza de la compasión
Inquietud por el más allá

La Iglesia, familia de Dios
Santidad y juventud de la Iglesia
La barca de Pedro
Aprender de la Iglesia: pedir perdón y perdonar
El eco de un mensaje
La unión hace la vida: 100 años de ecumenismo
Pilares de la unidad
El testimonio común de los cristianos
Celibato y matrimonio: el compromiso fortalecido por la fe
La familia, en cabeza del ranking de valores

Palabra, oración, sacramentos
Lectura de la Biblia y vida cristiana
Palabra de Dios para el mundo
Oración y vida corriente
La oración en la era digital
Comenzar la tarea rezando… y abrir las fronteras
La Eucaristía, remedio para el individualismo
La Eucaristía abre a las necesidades del mundo
El valor educativo de la Confesión
La pedagogía de la Cruz

Responsabilidad por el mundo
Santidad y mundo
Desarrollo y cristianismo
Animar a la política
Políticos y actos religiosos
Al servicio de la verdad y del bien
Responsabilidad por la vida pública
Sólo el amor mueve el mundo

Los jóvenes y la “emergencia educativa”
Niño y pastor
En los bordes de la educación integral
Compromiso educativo
Los jóvenes y el testimonio de la fe
El testigo como educador
Ayudar a vivir en plenitud
El “YouCat” y la sinfonía de la fe
Fe cristiana y universidad
De música y amistad
El sentido cristiano de la sexualidad
Raíces, cimientos, alas: el mensaje de Madrid

Cristianismo y cultura actual
Fe y razón, Teología y Ciencia
El cristianismo no es un moralismo
Ecología humana y revolución cultural
El papel de la Teología en la universidad
Amor que busca entender
Cristianos en las redes sociales
Nuevas tecnologías y fe cristiana
Dragones
Encarnar la fe en la vida y en la inteligencia

El reto de la Nueva evangelización
Renovar y compartir la experiencia de Dios
La catequesis, transmisión de vida cristiana
Hablar con la vida
El panorama de la Nueva Evangelización
Sentido sacerdotal de la vida cristiana
Sacerdotes de hoy
Sacerdotes en el mundo digital
Sin complejos ni mediocridad

Autenticidad, coherencia, compromiso
Vivir la fe
La bondad y sus apariencias
Santidad en lo cotidiano
Ser cristiano: vocación al compromiso
El domingo, la razón y la libertad
Realismo a contracorriente
Juan Pablo II y la sensibilidad social
Testimonio, vigilancia, alegría
María: matriz eterna del amor
 

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